Cuba: la Isla de los tesoros perdidos

Vivimos en una Isla que está situada en el mismo centro del mar Caribe con una posición geográfica envidiable para la navegación desde tiempos coloniales. Cuando los barcos surcaban llenos de oro y plata por estos mares era común que encallaran, se hundieran o fueran atacados por piratas, convirtiendo el archipiélago en la Isla de los tesoros perdidos.

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Varias son las historias sobre tesoros y piratas que existen en el imaginario nacional, algunas parecen auténticas narraciones sacadas de un libro de aventuras, sin embargo historiadores y cazadores de tesoros le han seguido la pista a más de una leyenda. 

No es para menos que se sigan buscando tesoros, pues ya han sido varios los encontrados y algunos están en exhibición actualmente. Si quieres ver muestras de estos puedes hacer una visita al Castillo de la Real Fuerza en la Habana. Se cree que actualmente existen al menos unos 10 misterios sin resolver y hoy hablaremos de uno de ellos.

La leyenda inconclusa del Tesoro de Mérida

Según cuenta esta leyenda, en agosto de 1642 la ciudad Mexicana (actual capital de Yucatán) estaba siendo blanco de un posible ataque pirata. La catedral de la urbe acumulaba cuantiosas riquezas y ante el peligro de que cayeran en manos de los atacantes, las autoridades decidieron enviarlas en una expedición hacia la Habana.

Una vez que zarparon, con el valioso cargamento, las cosas comenzaron a ir mal, se vieron perseguidos por los piratas. en alta mar y no quedó más remedio que cambiar los planes iniciales de navegar hacia la Habana. En su lugar se dirigieron a la península de Guanahacabibes para ocultarlo ahí.

Los tripulantes de la expedición lograron su cometido de esconder el tesoro, pero los piratas los atacaron y como venganza les dieron muerte a todos. Sin embargo uno de los frailes que protegía la carga logró escapar de la península, muy maltrecho fue capaz de llegar a la iglesia del poblado de Guane, donde dio testimonio de lo ocurrido.

Poco después moriría a causa de las heridas que le causaron las espinas y el diente de perro en su escapada, sin embargo antes de morir dio cuenta de los nombres de los barcos que traían el cargamento, el inventario que lo constituía y el sitio exacto donde lo habían escondido.

Las páginas donde se registró la información propiciada por el fraile desaparecieron misteriosamente de la Iglesia, nunca más se supo de ellas y se especula que desde entonces ha pasado de un dueño a otro.

Claro que esta no es la única versión que existe, varias han surgido con los siglos, aunque esta es la más difundida.

¿Tiene algún basamento histórico la leyenda?

Hoy no se puede estar 100% seguros de que la leyenda sea totalmente cierta, pero tampoco se puede descartar la posibilidad de su existencia. Está comprobado que durante esta misma época la zona más occidental del país había sido en efecto refugio de corsarios y piratas y en Yucatán fue cada vez más frecuente el ataque de estos lobos del mar.

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Eran tiempos en los que los mares eran muy inseguros, los barcos poco maniobrables y eso trajo como consecuencia que los despojos de los asaltos terminaran en muchas ocasiones enterrados y escondidos aquí. 

No solo existían los afamados corsarios y piratas internacionales, también había algunos venidos de tierra adentro que se asentaron en la región.

Estos hacían ataques con pequeñas flotas que eran muy rápidas y efectivas, al tiempo que ocasionaban accidentes colocando lámparas en mulos, que en medio de la noche, confundían a los buques y los hacían encallar en la costa. Este lugar era perfecto para ellos ya que era una ruta de navegación obligada para conectar Sudamérica con Europa.

El propio ayuntamiento de Mérida reconoce que en 1561 comenzaron las incursiones de piratería y se mantuvieron por mucho tiempo. Las Iglesias y poblados eran algunos de los principales objetivos de los ataques. 

Sin duda alguna la leyenda que ha pasado de generación en generación tienen un fundamento real y es este que hemos descrito. Es un hecho que las costas cubanas estuvieron muy asoladas en aquella época.

 La Búsqueda del tesoro

Según los documentos que se han podido rescatar se estima que el distintivo del tesoro sería un crucifijo de oro de tamaño natural. Además deben existir unos 5 barriles de alhajas, 20 botijas llenas de monedas, más de 200 lingotes de oro y otro gran número de objetos de valor.

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Varias han sido ya las expediciones realizadas para encontrar las riquezas pero hasta hoy todas han sido infructuosas. El historiador Pedro Manuel de Celis ha sido partícipe de cuatro de ellas y ha expresado que:

“Hemos llegado a estar más de una semana, con todo tipo de medios: equipamiento para detectar metales, GPS y no ha aparecido”. 

Pero él piensa que:

“Nadie pue­de afirmar rotundamente que no exista el tesoro. Primero habría que preguntarse si lo hemos estado buscando en el lugar correcto”.

La realidad del tesoro

A pesar de que con el paso del tiempo se han realizado algunos hallazgos y que la búsqueda ha sido incesante lo cierto es que el tesoro de Mérida sigue sin aparecer. Los historiadores que han analizado las supuestas copias del documento original con la posición del tesoro encuentran notables contradicciones entre ellos. 

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El porqué de esas contradicciones puede deberse a que fueron escritos en épocas diferentes o porque quienes han estado buscando el tesoro han falseado los planos para causar despiste. Entre los buscadores de tesoro que le han seguido la pista, hay quienes han viajado a Mérida y plantean que no existe documento que registre la expedición. 

A pesar de todas las incongruencias y las dudosas evidencias sobre el asunto, los historiadores consideran que tiene que haber ocurrido algo concreto que diera pie a la leyenda, tal vez esa sea la clave, encontrar que hay detrás de tal historia. 

De cualquier manera el enigma está servido, que no se haya encontrado aún puede ser hasta una buena noticia para los aventureros y los que quieren buscar fortuna. Quien sabe si algunos de los que lean este artículo terminan buscando la pista y encuentran el tesoro, ¿Te atreverías a ser el cazador o cazadora de tesoros afortunado?

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