Sin duda alguna el Capitolio Nacional es por mucho uno de los edificios más icónicos y representativos de nuestro país, viajar a la Isla y no visitarlo es casi un sacrilegio. Entre sus atractivos más imponentes se encuentra el famoso diamante de 24 quilates. ¿Quieres conocer la misteriosa historia que lo rodea? Pues ponte comod@ para leer.

El Capitolio fue inaugurado en 1929, pero la historia de su relación con el famoso diamante entraría en la escena antes de su culminación. Aunque nos vamos a centrar en la joya, hay que resaltar la grandeza y lo imponente de este edificio Neoclásico, verdadero símbolo de la ciudad y la nación.
Al respecto el entonces Secretario de Obras públicas Carlos Miguel de Céspedes diría:
Esta obra no es para hoy, es para siempre. Esta obra no es para nosotros ni para gloria nuestra. Es ofrenda a la gloria imperecedera de la generaciones pasadas que fundaron la patria. Ha de ser templo para que en él las generaciones venideras rindan culto a los ideales de nuestros mayores, y sagrado e inviolable asilo del pensamiento humano. ¡Capitolio, templo de la Patria, santuario de sus ideas, malaventurado sea el cubano que se duela de tu grandeza, porque ese, incapaz de comprenderte, será capaz de profanarte!
Sobre tus piedras, en vano se estrellarán los huracanes y caerán los siglos. Que tu solidez y tu grandeza sean símbolos de la estabilidad de la República, de la virtud de sus ciudadanos, de la firme voluntad de todo un pueblo de ser eternamente libre, grande, independiente y soberano.”
El diamante:
La historia más lejana conocida sobre el diamante amarillo de 24 kilates se remonta a la corona francesa. Se dice que este pertenecía a la Reina María Antonieta, y es con ella que comienzan las historias que le confirieron el sobrenombre de “el diamante maldito».

Resulta que en plena efervescencia de la Revolución Francesa, ella y su marido, el Rey Luis XVI vieron el fin de su vida, al ser guillotinados. En el caso de María esto ocurrió el día 16 de octubre de 1793 a las 12:15, luego de pisar el pie de su verdugo, aparentemente sin intención. Su cabeza fue usada por Marie Tussaud para hacer máscaras mortuorias.
Tal vez el fin de una monarquía, por muerte, no signifique nada pero…
¿Coincidencia o qué?
El diamante llegaría a Rusia, nada más y nada menos que al cobijo de la corona, la corte del Zar Nicolas II, (el último Zar de Rusia). Será pura coincidencia, pero siendo o no así, el brillante se convertiría nuevamente en testigo de un fin dramático y por azares del destino, envuelto en otra de las grandes Revoluciones que estremecieron al mundo.
En 25 octubre de 1917 (7 de noviembre) la Revolución Bolchevique se alzaba triunfante, a raíz de esta, la familia Ramanov fue capturada y al año siguiente serían asesinados, a tiros, bayoneteados y apaleados, sus cuerpos llevados al bosque y mutilados para ser lanzados a un pozo de extracción en una mina y luego dejados en una tumba sin marcar.
¿El fin de la maldición?
Luego de la trágica muerte de Nicolás II, su esposa Alejandra y sus cinco hijos Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alekséi pareciera que es suficiente para poner fin a la maldición de este diamante, sin embargo no fue así.
No se sabe cómo, pero el diamante volvería a Francia, esta vez a manos de una duquesa, miembro de la aristocracia. La mujer moriría misteriosa y prematuramente luego de adquirirlo. Su próximo dueño sería el Joyero turco Isaac Estéfano que adquiere el brillante de manos de un Ruso que, no perdió la vida pero quedó siego luego de una pelea.
La llegada a Cuba
Estefano llegaría a Cuba con el diamante, aun el Capitolio no veía su concreción, el hombre se encontraba en bancarrota y este culpaba de su infortunio a la “piedra maligna”. Por obvios motivos quería deshacerse de ella. Primero intenta venderle a María Jaén, la esposa del Presidente Alfredo Zayas pero el negocio no se haría efectivo.

Estéfano estaba claramente desesperado y no sabía qué hacer con el diamante, estaba dispuesto a aceptar un pago menor al de su valor con tal de desprenderse de él. Para su suerte Carlos Miguel de Cespedes, Secretario de Obras públicas del Gobierno de Machado se interesó por la pieza y la compró por 12 mil pesos.
La joya se utilizaría para marcar el kilómetro 0 de las carreteras cubanas, en el salón de los pasos perdidos, debajo de la aguja de la cúpula del Capitolio, dividiendo el edificio diametralmente entre sus dos alas, una la del Senado y la otra de la Cámara. Custodiado por la imponente estatua de la República y de frente al Pórtico Central.
Fue montada con un engarce de ágata y platino, muy hermoso por cierto, antes de ser introducida en un bloque de andesita que es una especie de granito, se dice que es el más fuerte del mundo. Finalmente se recubrió con concreto y se empotró en el piso del bello Salon.
De maldito a milagroso y misterioso
Por motivos muy obvios la joya pronto se convertiría en una atracción turística, paradójicamente las revistas y catálogos de agencias de viajes, sobre todo estadounidense comenzaron a atribuirle poderes mágicos, se suponía que podía curar a los enfermos e irradiar buena suerte.

Ya no era portador de desgracias, pero pronto le tocaría su temporada de misterios. Sus tranquilos años de exhibición se vieron adulterados una noche del día 25 de marzo de 1946.
El día anterior al suceso el salón de los pasos perdidos había sido sede de la clausura de una exposición de artes plásticas, pero esto no trajo una organización especial en la custodia. Cuentan que el custodio de turno esa noche le temía “al fantasma” del senador Clemente Vazquez, asesinado 14 años antes y puede que los ladrones supieran de esto.
La cuestión es que el diamante desaparecía sin dejar rastro, el cristal protector, supuestamente irrompible había sido destruido. En el lugar del hecho solo se encontró una nota que decía: “2:45 a 3:15 – 24 kilates.” Se cree que fue el tiempo en que los malhechores tardaron en romper el cristal.
Nada se sabe de cómo y quienes robaron la piedra. El 2 de junio de 1947, 14 meses después, Ramón Grau citaba a las más altas figuras de la política de la Isla en el Palacio Presidencial para informarles sobre un diamante que había aparecido misteriosamente en su buró.
Caíñas Milanés, cenador de la República se aventuró a decir:
La piedra me parece más clara que la del Capitolio…
A lo que Grau respondió:
Bueno, señores, vayan a ver si es o no el diamante del Capitolio. Porque en caso negativo, me pertenece. ¡Fue a mí a quien se lo mandaron!
Al constatarse que se trataba del diamante del Capitolio fue devuelto a su lugar y ahí permaneció hasta el año 1973, cuando por motivos de seguridad fue retirado y hasta donde se sabe guardado en las bóvedas del Banco Central de Cuba.
¿Qué hay de la réplica que se exhibe?
Seguro muchos creen que la réplica es de cristal, pero no es así. Justo cuando se hacían los trabajos de restauración del edificio llegaba a Cuba una réplica que no está hecha de fantasía, si no que es un diamante auténtico.

Este nuevo diamante es mucho más modesto que el original. Fue hecho por encargo del Instituto Bering-Bellingshausen para las Américas (IBBA), una organización sin fines de lucro con sede en Montevideo pero de origen ruso. La joya tiene por nombre “El Fiel” como símbolo de los lazos históricos entre Rusia y Cuba.
Aunque se dice que el diamante original se encuentra en el Banco Central, la verdad es que nadie ha podido tener acceso a él, no se ha vuelto a ver desde 1973. ¿Acaso el misterio continúa? ¿Tú qué crees?