La conquista de México es un hecho muy cercano a Cuba, tanto que la expedición de Hernán Cortés partió de nuestras costas. Ya hemos visto como la sed del oro acompañaba cada movimiento español y en esta ocasión no sería distinto.

Muchas fueron las exploraciones emprendidas por los conquistadores, con tenacidad y brutalidad se enfrentaron a no pocas tribus indígenas. Siempre teniendo como bandera la necesidad intrínseca de arrebatarles sus riquezas. Los propios nativos, sin saberlo, alentaban la codicia europea, pues ingenuamente intercambiaban oro pensando que así les contenían.
El gobernador Diego Velazquez organizaría varias expediciones con rumbo al territorio continental. Las dos primeras no conseguirían sus objetivos y fueron consideradas un fracaso, sin embargo la tercera tendría un destino diferente.
La expedición de mayor envergadura hizo zarpar 11 navíos desde Cuba al mando de Cortés, quien en realidad había sido destituido de la dirección de la flota. Sin embargo este, rehusándose y en clara actitud de desobediencia, terminó con los preparativos y se dirigió hacia México sin dar tiempo a ser detenido por las autoridades enviadas por Velazquez.
Alimentando la codicia y la sed dorada
Llegado al continente, Cortés y su expedición realizaron escala en Cozumel y de ahí se dirigieron a Centla. A diferencia de Cozumel, donde los mayas habían mantenido una posición amigable con los expedicionarios, las cosas fueron diametralmente diferentes en Centla.
En Pontochan fue necesario un reabastecimiento, los habitantes mayas lo permitieron, pero ante la falta de alimentos suficientes les pidieron a los españoles retirarse, Hernan se negó y decidió desembarcar. Mediante sus intérpretes intentó exigir provisiones de alimentos y oro pero esto no resultó. Ante la negativa de doblegarse comenzaría la batalla de Centla
Como consecuencia de la victoria se fundó la villa de Santa María de la Victoria, el 25 de marzo de 1519. Los españoles seguirán su viaje hacia el norte hasta llegar a Chalchicueyecan (previamente bautizado como San Juan de Ulúa).
A su llegada el jefe de Cuextlan, Teudile, les recibió con una pequeña comitiva de bienvenida. Este tenía instrucciones previas de Moctezuma Xocoyotzin, pues el jefe del imperio estaba convencido que se trataba de la llegada de Quetzalcóatl dios asociado a la creación de la humanidad.

Según la leyenda, Quetzalcóatl había ido rumbo a la costa del Golfo, hacia el mismo rumbo del que venían los barcos españoles, pero esa no sería la única coincidencia, la fecha coincidía con el nacimiento de Quetzalcóatl, de ahí la creencia en su regreso.
Por ese motivo la comitiva le entregaría los diversos regalos enviados previamente por Moctezuma a Quetzalcóatl (Cortés), objetos de oro y máscaras con turquesas eran parte de los regalos. Cortés en cambio les entregó cuentas de vidrio verdes y amarillas, una silla y un casco.
Después de desembarcar Cortés organizó una carrera de cabellos con fuego artillero para impresionar a los nativos. Rápidamente salieron emisarios a contarle a Moctezuma, este impresionado ya no pensaba estar ante la presencia de Quetzalcóatl, sin embargo siguió confundiendo a los españoles con otros dioses, esta vez con Huitzilopochtli, dios de la guerra.
Preocupado y asustado, el líder del imperio envió a sus emisarios con respuestas evasivas alegando su imposibilidad de recibir a los viajeros en México-Tenochtitlan, les sugirió marcharse lo antes posible y por segunda ocasión les envió valiosos regalos.
Lejos de lograr su objetivo lo único que consiguió fue alentar aún más la codicia de los hombres de Hernán Cortes, quienes ahora estaban convencidos de las grandes riquezas del imperio Azteca y sobre todo de su ciudad capital. Percatados de las disputas internas de los pueblos con el imperio, decidieron marchar hacia el interior.
Gracias al conocimiento de Cortes sobre los indígenas, este fue capaz de canalizar el odio de muchas tribus hacia Tenochtitlan y las unió a su causa, como garantía de su propia liberación de la opresión imperial, a otras las tuvo que someter a sangre y fuego pero en definitiva fue capaz de ganarse importantes aliados.
La conquista del Imperio Mexica (Azteca)
El sometimiento de las tribus vasallas le permitiría a Cortés ser finalmente recibido por Moctezuma como un emisario de otro emperador, en este caso de Carlos V de Alemania y I de España. Embriagado por la personalidad del líder español el emperador no tardó en estar a merced de Hernan, a este no le sería nada difícil ganarse el favor del monarca.
Poco a poco el conquistador ganaba más y más poder en el corazón del imperio. Entre veladas amenazas y palabras seductoras Moctezuma solo se lograría oponer abiertamente a la construcción de un altar cristiano en el Templo Mayor. Pero sí permitiría que se erigiera en el palacio de Axayácatl que había sido otorgado a Hernan Cortés y sus hombres.
Un soldado que construía el altar se encontró con una puerta tapiada, avisó a sus compañeros y a Cortés, quienes no dudaron en echar abajo la pared. Asombrados vieron lo que ahí se escondía. Según el relato escrito por uno de los conquistadores, Bernal Díaz:
«…secretamente se abrió la puerta: y cuando fue abierta, Cortés con ciertos capitanes entraron primero dentro, y vieron tanto número de joyas de oro Y planchas, y tejuelos muchos, y piedras de chalchihuites y otras grandes riquezas, y luego lo supimos entre todos los demás capitanes y soldados, y lo entramos a ver…»
Se dice que las riquezas encontradas pertenecían al anterior monarca, el padre de Moctezuma. De cualquier forma los españoles se apoderaron de todo el oro y las joyas, reuniendo todo con los botines obtenidos en su camino hacia la capital azteca. Las acciones y excesivos abusos de los extranjeros cada vez causaban más malestar entre los locales.
La siguiente versión indígena de los hechos ilustra la visión de estos frente a los extranjeros:
«Y cuando hubieron llegado a la casa del tesoro, llamada Teucalco, luego se sacan fuera todos los artefactos tejidos de pluma, tales como, travesaños de pluma de quetzal, escudos finos, discos de oro, los collares de los ídolos, las lunetas de la nariz; hechos de oro, las grebas de oro, las ajorcas de oro, las diademas de oro […] y anduvieron por todas partes, anduvieron hurgando, rebuscando la casa del tesoro, los almacenes, y se adueñaron de todo lo que vieron.»
A pesar del descontento, Moctezuma se dirigiría a sus súbditos con un discurso, para ese momento ya era prisionero de los conquistadores. Sin estar en condiciones de oponerse a nada y con palabras conciliadoras se reconoció, frente a su pueblo, como vasallo del Rey Carlos I y pidió rendir obediencia ante los españoles.
Cuando todo parecía calmarse y los ánimos amainaban llegaría una noticia que obligaba a Cortés a prestarle atención. Resulta que Diego Velazques había confiscado sus propiedades en Cuba por su desobediencia y tenía listo un ejército que contaba con 19 barcos, 1400 hombres, 80 caballos y 20 piezas de artillería para capturarlo.
Velazquez estaba dispuesto a vengarse, y a Cortés no le quedó más remedio que salir de la ciudad con 80 hombres para enfrentar a los enviados por el gobernador de Cuba. Continuará…