El saqueo romano de oro y plata en Hispania

Otra de esas civilizaciones de la Historia que protagonizaron grandes saqueos, guerras y extracciones de metales preciosos fue la romana. En este artículo, el segundo de nuestra serie  La fiebre dorada, abordaremos el saqueo romano de oro, plata, y otros minerales en Hispania.

"Hispania (Mapa de la Península Ibérica)" Autor: Linschoten, Jan Huygen van

Para nadie es un secreto el enorme esplendor del cual gozó el Imperio Romano. Su legado quedó impregnado en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, desde el Derecho, hasta técnicas que sentaron las bases del desarrollo ulterior de muchas ramas de la ingeniería y otras esferas del conocimiento.

La minería tampoco escapa del asombro colectivo, ya que los métodos que llegaron a emplear aún siguen siendo fascinantes; sin embargo hablaremos hoy de guerras, saqueos, explotación y otros males derivados de la extracción de los preciados metales que tanto furor causan en el imaginario colectivo desde tiempos inmemoriales.

El Dorado Romano de Hispania

Durante la conquista de América la búsqueda de “El Dorado” formaba parte de la imaginación de los conquistadores, obsesionados con la  idea de encontrar ese pueblo donde las calles y las casas eran, presuntamente, de oro. No obstante, para Roma, mucho tiempo atrás, las tierras ibéricas bañadas por el Mediterráneo eran un auténtico “Dorado” y hasta si se quiere un verdadero “Plateado”.

No pasaría mucho tiempo para que surgieran historias e imaginarios sobre la abundancia de metales preciosos en Hispania. En la literatura, por ejemplo, surgieron leyendas y relatos como el incendio en Turdetania, un monte boscoso que las llamas consumieron dejando al descubierto kilómetros de plata fundida que salía a borbotones.

La península ibérica era conocida por los romanos como Hispania, que derivaría en el actual nombre de España. Estas tierras, gozaron de un abundante número de yacimientos de diferentes metales, principalmente oro, plata, hierro, bronce, plomo, etc.

De hecho, no es de extrañar el nombre usado por Roma para designar a la península; pues el término, en una de las teorías más aceptadas, puede proceder de I-span-ya que significa: tierra donde se forjan metales (spy, en fenicio, raíz de la palabra span, quiere decir: batir metales).

Por otra parte, es importante aclarar que no solo los romanos se sintieron hipnotizados con las riquezas de esas tierras, los metales de Hispania también atrajeron la atención de griegos, fenicios y cartagineses. Aun así,  fueron sin duda los romanos quienes más explotaron dichos recursos.

De las guerras púnicas a la conquista del dorado hispánico

Como mencionamos, los intereses en Hispania habían atraído a fenicios, griegos y cartagineses. Estos últimos, lograron establecerse como potencia comercial en el Mediterráneo, con un consecuente aumento de su interés en la isla de Sicilia y el sur de Italia. 

Imagen: "SHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS Tesoro de Mogente (Valencia) Plata Ciclo púnico Museo Arqueológico Nacional, Madrid"
Imagen: «SHEKEL HISPANO-CARTAGINÉS
Tesoro de Mogente (Valencia)
Plata
Ciclo púnico
Museo Arqueológico Nacional, Madrid»

Esa expansión comenzó a entrar en conflicto directo con el incipiente poder de la República romana y los intereses económicos antagonistas llevarían finalmente al comienzo de las Guerras Púnicas. La Primera Guerra púnica terminó con un armisticio que resultó ser, en la práctica, demasiado inestable y condujo al reinicio del conflicto, conocido por la historia como segunda guerra púnica.

Doce años de enfrentamiento bélico acabaron en la batalla de Zama, la cual borró a Cartago de la escena histórica. De esa forma, se logró el control efectivo del levante y el sur de la península. No obstante, dos siglos más fueron  necesarios para someter a los pueblos peninsulares que se resistían al dominio de Roma.

Las guerras de conquista pronto se vieron motivadas por la captura de grandes botines, como el capturado en Cartagena por Escipión consistente en unas 276  páteras de oro, casi todas de una libra de peso, 18 mil trescientas libras de plata trabajada o acuñada, vasos de plata en gran número; además de armas, trigo, cebada, barcos, hierro, etc.

La propia conquista de Cartagena y la rápida marcha hacia esta, posiblemente no respondía tanto a la necesidad de privar a los enemigos del mejor puerto del que disponían, sino a la de apoderarse de las ricas minas de plata de los alrededores, que servían a Anibal para financiar sus huestes. 

Detalle de escritura púnica sobre Estela en un tofet de Cartago
Detalle de escritura púnica sobre Estela en un tofet de Cartago. Museo Arqueológico de Madrid

Entre saqueos, botines de guerra y el sucesivo control de las minas existentes u otras que comenzaban su explotación, Roma pronto acumuló altísimos niveles de oro, plata, bronce y otros metales importantes. 

Para que se tenga una idea, en tiempos del emperador Vespasiano (69-79 d.c), la cantidad de oro extraído de Hispania representaba entre el 6 y el 7,5% de los ingresos del Estado.

Obsesión incontrolada. Abrasados por las llamas del dorado.

El furor por apoderarse de estos minerales, ya fuera como joyas o directo de las minas, era notable y está bien documentado. La misma conquista seguiría siendo ejemplo de eso, como afirmara el cónsul Marco Catón antes de emprender su campaña para repeler la rebelión de los turdetanos en Citerior, (195 a.c), «la guerra se alimentará de sí misma».

En este mismo hecho Cantón regresaría a Roma con la victoria y un inmenso botín arrancado a los sublevados, consistente en más de 600 kg de oro, 123,000 denarios y 540,000 monedas de plata. 

Aun así, la codicia llegaba a límites insospechados, cuando los romanos atacaron la ciudad de Lucena, los astapenses se apresuraron a inutilizar con plomo derretido sus vajillas de metales preciosos ante la inminente llegada de las tropas de Escipión. Según los escritos de Livio:

…el oro y la plata que, entre el cúmulo de objetos brillaban, excitaron la codicia natural al común de los hombres; e intentando sacarlos del fuego, unos se abrasaron, y otros medio se quemaron por el vapor… 

La escena llegó a ser mucho más sangrienta y desconcertante, pues los astapenses resolvieron incluso degollar a sus mujeres y sus hijos para posteriormente quitarse la vida con sus propias espadas, para no dejar nada a manos de los romanos

Ruina montium

La explotación intensiva de las minas, ya fueran las conquistadas o las de apertura exclusivamente romana, condujo a la invención de métodos que eran tan increíbles como potencialmente crueles para quienes lo trabajaban. El ruina montium era tan interesante como desgarrador.

Restos de Arquitectura Romana en Hispania
Restos de Arquitectura Romana en Hispania

Este método prácticamente partía en dos algunas montañas. Consistía en la excavación de galerías y pozos dentro de la montaña sin salida al exterior. La construcción de extensas redes de canales conducía agua hacia la montaña ahuecada para que la presión derrumbara parte de la montaña. En el barro resultante era más simple dar con el oro.

Se empleó principalmente en la mina de Las Médulas, mayor mina de oro descubierta de todo el Imperio Romano y como bien explicaba Plinio el Viejo al decir que habían sido capaces de “hacer la tierra más mortal que el agua”,  muchos trabajadores quedaron sepultados por la tierra al partirse las montañas.

Si bien las diferentes maneras de extraer minerales fueron realmente extremas, este método constituyó uno de los más agresivos para la vida y condiciones de trabajo de los mineros. Más allá del peligroso trabajo en la montaña, las obras hidráulicas sobre este yacimiento leonés, requirió mover, con trabajo humano, 1,75 millones de metros cúbicos de materiales rocosos en un recorrido de 600 mil metros. 

Siglos después esta historia de saqueo y obsesión se repetiría, solo que en esta ocasión serían los ibéricos los protagonistas en “La Conquista de América”.

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